La vitamina D es una molécula esencial para el sistema inmunitario, sobre todo si hablamos de patologías como infecciones respiratorias. Esta vitamina se obtiene mediante la alimentación o en mayor parte por la síntesis en nuestra piel gracias a la luz solar. La estacionalidad o una baja actividad en espacios exteriores pueden producir una menor exposición a la luz natural por lo que su síntesis puede verse reducida. Además, debido a la existencia de variantes genéticas capaces de regular la transformación a su forma activa, transporte y acción, que nos confieren una mayor o menor capacidad para mantener niveles normales, es importante ajustar la dosis a cada persona en función de sus necesidades.
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